martes, 11 de agosto de 2015

LA CATEQUESIS DEL NO











Pienso que la mayor causa de decepción que las personas tienen en torno a la fe católica y que les motiva alejarse de ella es el NO. Y con cada generación que llega el problema se agudiza porque sus formadores la van  retirando de sus glosarios educativos por considerársele negativa, desmotivadora y destructora del autoestima.

Pero aunque suene triste para nuestro entender, el NO es una palabra que Dios emplea mucho, a veces atenuada por su silencio, pero más latente cuando las cosas no suceden como queremos, aún cuando hemos rezado por ellas con insistencia y “fe”.

De los 10 mandamientos 7 comienzan con un NO. Y es que el NO, más que un torturador de la conducta, es una señal semántica, preventiva, que nos anuncia que si la entibiamos con un SI, los daños pueden ser grandes e irreversibles como la condenación. El equivalente automovilístico a comerse una luz roja de forma constante.

Quizás suene un poco radical pero la formación que no tenga como recurso un NO sustentable, creíble y consistente en el tiempo, es una educación inocua, estéril y profundamente dañina. Ese concepto de que insistiendo por la aprobación de algo que una autoridad ha rechazado (como los padres) y que al final sabemos que de tanto insistir terminará en un sí, con Dios NO FUNCIONA. ¿Por qué?, porque aunque suene duro Dios sí nos ama sin errores. A veces los padres o las autoridades más que expresar  amor TEMEN DEJAR DE SER AMADOS y por eso ceden con cierta facilidad a estos chantajes emocionales que a veces traen lágrimas, amenazas y desprecios. Pero insisto, con Dios no funciona así porque él sí sabe lo que realmente necesitamos, tengamos la edad que tengamos. Dios emplea el NO porque en toda pregunta que tenga la posibilidad de aplicarlo lo lógico es que el que pregunta sepa que esa también es una opción.

Hay un daño a la fe que podemos hacer al creyente y es el que busca enseñar que Dios SIEMPRE complace nuestras exigencias. Eso dista mucho a decir que Dios SIEMPRE atiende nuestras necesidades. Así nos lo enseñó Jesús: “vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6,8). Y es que dejarse amar por Dios es dejarse llevar por sus caminos, por sus decisiones, por lo que nos da pero también por lo que nos quita porque nos aleja de su amor. Ese quitar es molesto cuando se trata de apegos materiales pero es sumamente doloroso si se llegara a tratar de personas. No es que Dios las elimine, porque Dios siempre busca aplicar esa máxima administrativa de GANAR – GANAR. Con Dios nadie pierde, solo pierde el que se resiste a su sabiduría, amor y corrección. Dice San Pablo: “Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge”. (Hebreos 12,6).

La fe sin aceptar el NO, o el silencio que le acoge, es una fe falsa, pobre y poco duradera, que se deleitará de las complacencias del mundo pero nunca de la verdad que nos ofrece por recompensa la libertad.  (Juan 8,32).

Así, una de las últimas plegarias de Cristo sin pasar aún por su calvario fue: “…mas no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22,42). Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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