lunes, 16 de mayo de 2016

¿EVANGELIZABA JESÚS CON DINÁMICAS?




Siempre se dice que evaluar tiempos pasados con criterios del presente es un gran error y en lo particular creo que esa afirmación es muy cierta, pero no totalmente cierta. Unos de los paréntesis que yo aplicaría es para el anuncio del evangelio en donde por siglos la palabra ha demostrado ser el método eficaz para promover conversiones.

Con el pasar de los siglos la incorporación, no sustitución, de herramientas para la evangelización, como la música, le dieron una mayor profundidad y mejoraron los entornos y de ahí llegamos, creo yo, a la incorporación de juegos, videos. Así, no es un problema cuando sumamos esfuerzos que nutran la principal vía de conversión que el Espíritu Santo utiliza para traer almas al amor de Dios, el problema sí ocurre cuando estas herramientas sustituyen casi de manera absoluta a la predicación, porque ahí transformamos la fe en momentos alegres o tristes, pero como todo momento, su efecto es superfluo, poco profundo.

Un tema grave que yo percibo en las aulas de clase (educación secular en colegios católicos) es la subestimación aguda que existe para los intelectos infantiles, algo que se refleja en jóvenes que han vivido cantidad de convivencias y “retiros”, misas y formaciones sacramentales pero cuando se trata de escuchar la palabra de Dios se sienten desubicados, fastidiados, desmotivados. Carecen, en muchos casos, de una capacidad de centrar sus ideas en conceptos y mensajes claros. Ahí quizás el catequista se sienta obsoleto, poco atractivo y falto de dinamismo, pero ¿será ese el problema?

Si a algo responden los jóvenes de ahora es a su entorno y estos no pocas veces están sobrecargados de tecnología que ya hacen todo por ellos. Son cada vez menores los esfuerzos físicos e intelectuales y eso repercute en la capacidad de abstracción y comprensión de mensajes y enseñanzas. No obstante la solución no pasa por una mutilación radical de estos recursos sino de un elemento primario que esté por encima de todos ellos: fe en la palabra de Dios

Siempre he creído que los mejores cantantes cristianos son aquellos que en sus canciones, al comienzo, a la mitad o al final, dedican largas predicaciones vinculadas con sus temas, caso puntual, el impacto que tuvo en mi vida la primera vez que escuché en un retiro un audio de Martín Valverde. No eran los juegos ni las enlodadas las que me llevaban a Jesús, era ese encuentro conmigo mismo, cuando llegaba a la puerta de mi soledad, de mi conciencia y detrás de ella estaba Jesús, tocando, esperando le abriese para entrar y cenar conmigo. (Apocalipsis 3,20).

La disciplina en la formación de la fe es tan necesaria como lo es en el hogar. El niño debe conocer sus límites y administrar los NO. Tener jóvenes en grupos que se mueren por tocar guitarra o por los juegos de verano, pero en misa no escuchan una homilía ni la meditan, que no manejen biblia o que desconozcan y defiendan posturas morales de la Iglesia, lo que dicta es que se están es entreteniendo más no evangelizando y lo que hoy necesitamos es transmitir el mensaje de la revelación que salva almas, no más, no menos.

Jesús evangelizó a niños, jóvenes, adultos y ancianos. Y lo hacía, como luego lo hicieran sus discípulos, desde el testimonio vivo y la fe real, una convicción potente que permitía al Espíritu Santo obrar con libertades y con pocas distracciones. Sin un  timbre de recreo que anunciara que después de la charla venía lo bueno, lo que de verdad divertía.

Recordamos las palabras de Jesús cuando señalaba: “donde está tu tesoro está tu corazón” así el reto de la evangelización es cambiar el tesoro del corazón de las personas sin cambiar su misión de vida y su vocación sacramental, estimulando vidas consagradas en el orden o en el matrimonio. ¿Lo estamos logrando?, esa respuesta solo la conocen las estadísticas pastorales de cada movimiento, grupo, ministerio o acción pastoral.

Leo con mucha frecuencia personas que critican a personas que hoy, siendo adultos, no expresan un testimonio coherente de las enseñanzas de Jesús y de la Iglesia habiendo pasado por grupos católicos juveniles y, quizás, eso sea cierto. Yo mismo, muchas veces, he sido parte de ese anti-testimonio criticable. Pero la causa de esa realidad, además de las amenazas del maligno y las tentaciones, se debe a muchos encuentros con Jesús sin experiencia de Jesús, sin vivencia real de Jesús. Una experiencia transformadora que logre en nosotros conversiones tan radicales como las de San Agustín, San Francisco, Santa Teresa de Jesús. Es decir, sabemos que no todos responderán igual, pero lo que no debe ocurrir es que para engañarnos en cantidad de miembros y la permanencia de grupos entonces transformemos el mensaje de Jesús en una suerte de plan vacacional vacío, en un centro de reuniones sociales o en un lugar de cuidado de niños. El inicio y el fin, el centro y la meta de toda esta labor es Cristo, el alfa y la omega de toda existencia humana y el amor y defensa de la Iglesia Católica. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi