lunes, 20 de abril de 2015

¿Y SI ME EQUIVOQUÉ DE FE?







La expresión “A mi manera” no solo nos invita a recordar las múltiples versiones musicales y sus artistas que la han interpretado; sino que hoy nos permite adaptarla a nuestro modo de entender y acercarnos a la fe.

Muchos buscamos fe, pero no necesariamente nos interesa obtener de ella formación en la verdad. Necesitamos aceptar la existencia de un dios, pero nos resistimos a profundizar mucho en torno a él. Debemos reconocer que el mundo nos capturó, a todos. Estamos envueltos en la Matrix del mundo y resistirse a ella hasta puede resultar peligroso.

Así cualquier fe que proponga patrones, que sancione conductas y que exija esfuerzos resulta automáticamente rechazada por nuestro ideal de vida. Podemos decir: “Ok que Dios exista, pero yo lo adapto a mi modo de ser”. Así, la Iglesia, en nuestro caso, la católica, estorba, se vuelve un recuerdo obsoleto de una época extinta, que persiste en mantener tradiciones y costumbres desfasadas con la realidad moderna.

Pero ni se trata de moda ni se trata de desfase, se trata de un nuevo dios que nos gobierna y que nos impone desde el cómo vestir hasta las  metas que debemos aspirar. Este dios tiene muchos rostros, en el dinero, el placer sexual, las drogas, la irreverencia a las normas, la tecnología, la música, el cine, etc. ¿Podemos negar que vivimos atrapados en esto? ¡Yo vivo atrapado en esto!. Esperando estrenos de películas, series, hits de artistas, buscando y analizando estrategias para obtener más dinero, atentos a los adelantos en telefonía, PC, Tables. El detalle es que seguimos insistiendo en llamarnos cristianos católicos. ¿Por qué?,  ¿por qué insistir en una fe en la que ya no creemos?, ¿por qué los esfuerzos están dirigidos en cambiarla, en transformar sus ideales (o doctrinas) para sentir una especia de sensación de triunfo sobre ella? La respuesta única es porque la verdad estorba a una conciencia perturbada. Porque el problema nuestro no es que sentimos estar en la fe equivocada, queremos ser católicos pero nos estorba su contenido, que no es capricho de hombres sino mandato divino. Queremos una torta  de queso pero que sepa a chocolate. Y así nos vemos luchando, no contra la Iglesia, sino contra la verdad misma, que es Jesús, contenida en ella como un tesoro salvífico.

Nosotros ya no pensamos en salvación, vida eterna. Pensamos en vida y punto. En vivir. El cielo es una suerte de realidad que obtendremos porque sí, ¿o es que hoy todos los que mueren no pensamos que van al cielo?; todo el que muere hoy decimos: “está en el cielo con Dios”

El cielo se vuelto un consuelo, un deseo, pero alejado del mérito de los que trabajaron arduamente, con privaciones y sacrificios, por alcanzarlo. No, no nos equivocamos de fe, sencillamente nunca hemos estado en ella. Los que la desprecian, los que la persiguen, los que se burlan, los que la ignoran, los que se inflan el pecho porque se sienten más santos que los santos, ninguno ha estado en la fe. Porque la fe apasiona, la fe es el hambre de conocer y aprender más, la fe, la verdadera fe, enamora, no decepciona, fortalece, disciplina, robustece el pensamiento, construye fidelidad, mejora el pensar, el hablar y el sentir, fomenta el desprecio a la mentira y se construye sobre la base de la verdad. No, no nos equivocamos de fe, realmente nunca hemos estado en ella. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi