domingo, 13 de septiembre de 2015

¿Y QUIÉN DICE EL MUNDO QUE SOY YO?




No es muy común que yo escriba un artículo sobre el evangelio del día pero en esta oportunidad debo dar honor a quien honor merece, siendo durante la misa de este domingo 13 de septiembre de 2015 cuando me vino una idea  de entender el papel de la Iglesia como intérprete fiel que nos dice, con la misma claridad de Pedro, quién es Jesús (idea que agradezco a Dios y que en nada tiene mérito en mí salvo que esté errada).

El evangelio de Marcos (8, 27-29) nos narra un pasaje histórico en el cual Jesús de camino con sus discípulos les pregunta: “¿quién dice la gente que soy yo?, y tras escuchar muchas respuestas del mundo Jesús repregunta, pero ahora a ellos, “y ustedes, quién dicen que soy yo”, siendo Pedro, la piedra de su Iglesia, el que expresa por inspiración del Espíritu Santo la respuesta que le ganó las llaves del Reino de los Cielos: “tú eres el Cristo, el hijo de Dios vivo”.

Cuando uno lee infinidad de críticas en torno a posturas de la Iglesia fundamentadas en nuestras creencias y expectativas, y que a veces las expresamos con tono de inconformidad cuando nos afectan directamente, como en el caso del aborto, la eutanasia, la corrupción, el comunismo – socialismo – marxismo, el capitalismo, la homosexualidad, los divorciados vueltos a casar, etc; estos comentarios arrojan la opinión del mundo sobre quién es Jesús. Con la bandera de la misericordia, el amor, muchos desarrollan conceptos de Jesús que aunque parecieran estar llenos de buenas intenciones, no por ello dejan de ser errados.

Cuando la gente del tiempo de Jesús  decía que él era Juan el Bautista, Elías o algún profeta, no lo estaban insultando; al contrario, era un halago enorme, una expresión del afecto que le tenían por compararlo con uno de los suyos, de sus grandes hombres de la historia. Pero sin embargo, esa buena intención no era correcta ni acertada. Es Simón Pedro, el primer representante de la Iglesia visible en la tierra, el que entiende no solo quién es Jesús, sino que lo expresa con firmeza. Y Jesús ve en esta revelación la señal propicia para entregar las llaves del Reino, la expresión de confianza suprema que Pedro luego diera  en sucesión, con su muerte, a Lino, Lino a Anacleto, Anacleto a Clemente y así sucesivamente hasta que llegando a nuestro tiempo Benedicto XVI se lo entregó en sucesión a Francisco. No está demás recordar que estas escogencias fueron y son guiadas por el Espíritu Santo en lo que hoy conocemos como el cónclave.

Es por ello tan importante que conozcamos a Jesús desde la Iglesia Católica, porque fuera de ella no dejarán de existir interpretaciones sobre él y muy hermosas, pero si se  alejan del sacramento eucarístico, de la cruz, de la resurrección, de la renuncia y la conversión, serán erradas.

Si hoy queremos saber quién es Jesús no temamos conocer la versión correcta de la Iglesia Católica, que camina según la voluntad de Jesús, por la fuerza del Espíritu Santo. La Iglesia, como Pedro, no es perfecta en su humanidad, pero sí es santa en quien por amor la fundó y es cabeza, constituyéndola como arca que contiene el camino a la salvación eterna. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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