Una serie que en el mundo secular
ha dado muchísimo de que hablar, por lo impredecible de sus desenlaces, por lo
explícita de sus escenas, por lo crudo en el manejo de las relaciones afectivas
entre estos personajes, desarrollada primero en un libro de ficción escrito por
el autor estadounidense George R. R. Martin y luego llevada a la pantalla por
un canal muy reconocido de cable (HBO), es Juegos de Tronos.
Es una serie que encaja muy bien con
una de las características principales de la vida, lo impredecible. Sin duda suponer qué ocurrirá es una suerte de ejercicio azaroso de la mente. La serie en
sí está cargada de muchísima fantasía. Dragones, dioses, magia; se suman a lo
real, es decir, los reinos, el poder, la traición, el sexo, la muerte. Por eso
sé que al abordar algún tipo de argumento moral en torno a la serie muchos
podrían oponérseme con el argumento, superfluamente válido, de que en la
fantasía no hay moral, es un mundo abierto que no debe ser juzgado porque al
final su fundamente no es la ética sino la grandeza de la capacidad imaginativa
del autor.
Por eso he decidido incluir a un
personaje para esta serie que me ayude a sustentar mi idea que, aunque pareciera no estar en ninguna de sus cinco
temporadas, considero ha estado desde el inicio, y es el príncipe oculto.
Veamos rápidamente aspectos
morales que aborda esta serie (no dudo se me escapen algunos, pero trataré de
exponer los más visibles). Puedo comenzar con el sexo hedonista, sexo que sin
duda expone a la mujer como un instrumento de placer pero que a su vez le da a
la mujer poder a través de su ejercicio. El vínculo entre el sexo y el poder
está agudamente marcado. Un sexo poco afectivo pero altamente placentero,
lujurioso y hasta deseado, por alimentar el instinto más primitivo de la humanidad,
el placer por encima de la razón. Otro elemento que aborda muy claramente la
serie es el incesto. La familia Lannister lleva el protagonismo de esto con dos
hermanos (Cersei Lannister y Jaime
Lannister). Esta relación de incesto produce hijos (pintorescamente todos sanos
físicamente) pero aunque la historia trata débilmente de exponer esto como una
aberración, es en la quinta temporada donde en la casa Dorne se desarrollan dos
diálogos precisos sobre este secreto a voces de los Lannister, un diálogo donde
no se condena esta práctica exponiendo de forma orgullosa que en Dorne todos
complacen sus deseos según lo sienten; y que culmina con la hija de Cersei rescatada
en Dorne por su “tio” Jame (que en
realidad es su padre) y donde esta le confiesa que ella “siempre supo la verdad
y no le importaba, más bien le hacía feliz que él fuese su padre”. También
aparecen dioses, poderosos, misteriosos, unos reales y otros francamente un
fraude; pero lo cierto es que la serie es un retroceso al politeísmo. Luego,
algo que yo siempre he creído es la base del éxito de estas series modernas
como Spartacus y ahora Juegos de Tronos son sus desnudos. Las series de hoy han
dado un salto atrevido y económicamente certero para multiplicar sus ingresos.
Un salto que considero es la previa a lo que ya debe estar próximo a ocurrir y
es la sustitución naturalizada de lo pornográfico por lo sugerido. Lo
pornográfico formará parte de lo natural y estas series de hoy serán las madres
fundadoras de esta hazaña. ¿Es necesario ser explícitos en el sexo para exponer
una idea?, la respuesta clara es no, pero no en vano el sexo es lo que más
vende en internet y se sabe es un mercado que si se introduce dará grandes
dividendos.
Ante todo esto, ¿dónde está mi
personaje, el príncipe oculto? Desde
siempre nuestro salvador Jesús nos habló de Lucifer y lo definió como “el
príncipe de este mundo” (Juan 16,11). No hay mayor ambición para un
príncipe que ser Rey pero todas las batallas que Lucifer se pueda plantear
directamente sobre Dios las tiene perdidas y él lo sabe; pero la de gobernar
como rey sobre nosotros no. Esa la puede ganar porque la regla en torno a esa
lucha es respetada por Dios, la regla de la libertad. Quienes hayan visto el último
capítulo de la quinta temporada podrán ver inclusive una escena similar al
viacrucis de nuestro salvador, protagonizado por Cersei Lannister. Una mujer
desnuda “expiando sus culpas” ante una población que la humilla humillándose.
Yo he escuchado a sacerdotes decir que el demonio siempre busca satirizar lo
sagrado, hacer mofa de lo que al mundo le debería doler y hacer reflexionar.
Ahora la pregunta real: ¿Es
pecado ver y apoyar esta serie? Honestamente responderlo explícitamente con un
sí o un no es difícil. Para ello dos pasajes del evangelio recordaré. El primero dice “No
es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la
boca, eso es lo que contamina al hombre”. (Mateo 15,11). El otro: “La lámpara
del cuerpo es el ojo” (Mateo 6,22). El Padre Antonio Fortea le preguntaban si
por ejemplo ver Harry Potter era pecado y él decía que uno no puede afirmar que
el relato de una historia por televisión sea bueno o malo en sí porque al final
es una historia que nos cuentan y está en la capacidad del consumidor de esa
historia saber discernir lo real de lo imaginario. En tal sentido responderé,
con prudencia, a mi pregunta con otras preguntas: ¿Qué genera Juegos de Tronos en ti?, ¿qué
devuelve tu mente y tu corazón al verla?, ¿qué importancia moral deja esta u
otra serie en tu existencia? Una serie de esta magnitud en la mente de un niño
o un adolescente puede ser una inyección letal de morbo o estímulo lujurioso
por ejemplo para la masturbación. Esta serie en adultos puede desarrollar
sofismas (verdades falsas) tales como: el amor verdadero no existe, la confianza es
cosa de niños, el poder siempre es maligno, el egoísmo prevalece sobre el
servicio, etc; porque además, la serie tiene una particular fijación por asesinar
a los que uno puede interpretar como personas buenas, justas y honestas. Es
decir, esta serie puede estar introduciendo en quienes la consumen una catequesis
de vida justificada con diálogos muy profundos, muy abstractos, como los que
desarrolla el personaje Tyrion Lannister.
Por eso, este príncipe oculto, para mí, no es más que
el demonio que está en todos los antivalores que marcan el sustento de la
serie, que hacen vida normal en los siete reinos, unidos por una sola ambición,
triunfar y gobernar. Porque aunque pareciera que Daenerys Targaryen (la madre
de dragones) tiene hermosas intensiones para hacer de los siete reinos lugares
libres de la esclavitud de los amos, la verdad es que la esclavitud del pecado
solo nos fue ganada por aquel que, aunque jamás se sentará en el trono de
hierro, ya se sienta a la diestra del Padre a la espera de aquellos que le aman
y su reino no tendrá fin. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario