sábado, 20 de junio de 2015

JUEGOS DE TRONOS Y EL PRÍNCIPE OCULTO







Una serie que en el mundo secular ha dado muchísimo de que hablar, por lo impredecible de sus desenlaces, por lo explícita de sus escenas, por lo crudo en el manejo de las relaciones afectivas entre estos personajes, desarrollada primero en un libro de ficción escrito por el autor estadounidense George R. R. Martin y luego llevada a la pantalla por un canal muy reconocido de cable (HBO), es Juegos de Tronos.

Es una serie que encaja muy bien con una de las características principales de la vida, lo impredecible. Sin duda suponer qué ocurrirá es una suerte de ejercicio azaroso de la mente. La serie en sí está cargada de muchísima fantasía. Dragones, dioses, magia; se suman a lo real, es decir, los reinos, el poder, la traición, el sexo, la muerte. Por eso sé que al abordar algún tipo de argumento moral en torno a la serie muchos podrían oponérseme con el argumento, superfluamente válido, de que en la fantasía no hay moral, es un mundo abierto que no debe ser juzgado porque al final su fundamente no es la ética sino la grandeza de la capacidad imaginativa del autor.

Por eso he decidido incluir a un personaje para esta serie que me ayude a sustentar mi idea que, aunque pareciera no estar en ninguna de sus cinco temporadas, considero ha estado desde el inicio, y es el príncipe oculto.

Veamos rápidamente aspectos morales que aborda esta serie (no dudo se me escapen algunos, pero trataré de exponer los más visibles). Puedo comenzar con el sexo hedonista, sexo que sin duda expone a la mujer como un instrumento de placer pero que a su vez le da a la mujer poder a través de su ejercicio. El vínculo entre el sexo y el poder está agudamente marcado. Un sexo poco afectivo pero altamente placentero, lujurioso y hasta deseado, por alimentar el instinto más primitivo de la humanidad, el placer por encima de la razón. Otro elemento que aborda muy claramente la serie es el incesto. La familia Lannister lleva el protagonismo de esto con dos hermanos (Cersei Lannister y  Jaime Lannister). Esta relación de incesto produce hijos (pintorescamente todos sanos físicamente) pero aunque la historia trata débilmente de exponer esto como una aberración, es en la quinta temporada donde en la casa Dorne se desarrollan dos diálogos precisos sobre este secreto a voces de los Lannister, un diálogo donde no se condena esta práctica exponiendo de forma orgullosa que en Dorne todos complacen sus deseos según lo sienten; y que culmina con la hija de Cersei rescatada en Dorne por su “tio” Jame  (que en realidad es su padre) y donde esta le confiesa que ella “siempre supo la verdad y no le importaba, más bien le hacía feliz que él fuese su padre”. También aparecen dioses, poderosos, misteriosos, unos reales y otros francamente un fraude; pero lo cierto es que la serie es un retroceso al politeísmo. Luego, algo que yo siempre he creído es la base del éxito de estas series modernas como Spartacus y ahora Juegos de Tronos son sus desnudos. Las series de hoy han dado un salto atrevido y económicamente certero para multiplicar sus ingresos. Un salto que considero es la previa a lo que ya debe estar próximo a ocurrir y es la sustitución naturalizada de lo pornográfico por lo sugerido. Lo pornográfico formará parte de lo natural y estas series de hoy serán las madres fundadoras de esta hazaña. ¿Es necesario ser explícitos en el sexo para exponer una idea?, la respuesta clara es no, pero no en vano el sexo es lo que más vende en internet y se sabe es un mercado que si se introduce dará grandes dividendos.

Ante todo esto, ¿dónde está mi personaje, el príncipe oculto? Desde siempre nuestro salvador Jesús nos habló de Lucifer y lo definió como “el príncipe de este mundo”­ (Juan 16,11). No hay mayor ambición para un príncipe que ser Rey pero todas las batallas que Lucifer se pueda plantear directamente sobre Dios las tiene perdidas y él lo sabe; pero la de gobernar como rey sobre nosotros no. Esa la puede ganar porque la regla en torno a esa lucha es respetada por Dios, la regla de la libertad. Quienes hayan visto el último capítulo de la quinta temporada podrán ver inclusive una escena similar al viacrucis de nuestro salvador, protagonizado por Cersei Lannister. Una mujer desnuda “expiando sus culpas” ante una población que la humilla humillándose. Yo he escuchado a sacerdotes decir que el demonio siempre busca satirizar lo sagrado, hacer mofa de lo que al mundo le debería doler y hacer reflexionar.

Ahora la pregunta real: ¿Es pecado ver y apoyar esta serie? Honestamente responderlo explícitamente con un sí o un no es difícil. Para ello dos pasajes del evangelio recordaré. El primero dice “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre”. (Mateo 15,11). El otro: “La lámpara del cuerpo es el ojo” (Mateo 6,22). El Padre Antonio Fortea le preguntaban si por ejemplo ver Harry Potter era pecado y él decía que uno no puede afirmar que el relato de una historia por televisión sea bueno o malo en sí porque al final es una historia que nos cuentan y  está en la capacidad del consumidor de esa historia saber discernir lo real de lo imaginario. En tal sentido responderé, con prudencia, a mi pregunta con otras preguntas: ¿Qué genera Juegos de Tronos en ti?, ¿qué devuelve tu mente y tu corazón al verla?, ¿qué importancia moral deja esta u otra serie en tu existencia? Una serie de esta magnitud en la mente de un niño o un adolescente puede ser una inyección letal de morbo o estímulo lujurioso por ejemplo para la masturbación. Esta serie en adultos puede desarrollar sofismas (verdades falsas) tales como:  el amor verdadero no existe, la confianza es cosa de niños, el poder siempre es maligno, el egoísmo prevalece sobre el servicio, etc; porque además, la serie tiene una particular fijación por asesinar a los que uno puede interpretar como personas buenas, justas y honestas. Es decir, esta serie puede estar introduciendo en quienes la consumen una catequesis de vida justificada con diálogos muy profundos, muy abstractos, como los que desarrolla el personaje Tyrion Lannister.

Por eso, este príncipe oculto, para mí, no es más que el demonio que está en todos los antivalores que marcan el sustento de la serie, que hacen vida normal en los siete reinos, unidos por una sola ambición, triunfar y gobernar. Porque aunque pareciera que Daenerys Targaryen (la madre de dragones) tiene hermosas intensiones para hacer de los siete reinos lugares libres de la esclavitud de los amos, la verdad es que la esclavitud del pecado solo nos fue ganada por aquel que, aunque jamás se sentará en el trono de hierro, ya se sienta a la diestra del Padre a la espera de aquellos que le aman y su reino no tendrá fin. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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