martes, 23 de junio de 2015

CUANDO DIOS ME LLAMA PERO NO ME CREEN





Le rezamos al Señor, sobre todo en las bellas plegarias donde se expone el Santísimo Sacramento, “Señor, danos sacerdotes”, “Señor danos muchos sacerdotes”, “Señor danos muchos sacerdotes santos”. Y la crisis vocacional, que en mi opinión no es una crisis de llamado sino una crisis de no responder a ese llamado, se la atribuimos a la familia, a la secularización del mundo. Pero, ¿qué hay de aquellos casos en los que Dios llama, el llamado responde, pero el que debe acoger ese llamado y hacer realidad el sueño de Dios no es el apropiado?

La Iglesia, en su sabiduría y calma, a veces puede que no responda a todos con la misma rapidez que quisiéramos. A través de sus ministros (sacerdotes, obispos) puede que las percepciones vocaciones en torno a algún aspirante no sean, de entrada, las correctas. Entonces, ¿qué debe hacer el aspirante que siente verdadero su llamado?

La principal virtud de un religioso es la confianza en Dios y la OBEDIENCIA A LA IGLESIA. El Santo Cura de Ars, por ejemplo, le costó muchísimo su ordenación. Si recuerdo bien, el latín le  costaba muchísimo. Aún así, en silencio, se dejó llevar y fue ordenado a su tiempo y ahora es el patrono de los párrocos. El Padre Pio vivió años de aislamiento en donde se le prohibía oficiar misa en público mientras la Iglesia discernía la veracidad de las maravillas que ocurrían en torno a él. Padre Pio tenía tantos seguidores que si hubiese querido fundar su propia Iglesia separada de Roma lo hubiese podido hacer. Pero, ¿qué hizo?, confiar y esperar, no revelarse ni cuestionar. Y al final la verdad salió a la luz y hoy es uno de los santos por excelencia del siglo XX.

Un tiempo de sequía hace valorar mejor la lluvia de bendiciones, lo que Dios espera de ti y de mí. También puede ser, cabe la posibilidad, de que tu sensación de llamado no sea genuina, que Dios no te quiera consagrado(a) pero sí activo y participativo en la evangelización.


Por eso, desde la oración, debemos acompañar a todos los que quieren servir a Dios desde el heroico ministerio sacerdotal, sacramento de la orden. Y también orar por quienes deciden sobre su vocación, por quienes les forman y les inculcan los tesoros sacramentales de la Iglesia.

En la fe y en la confianza en Dios, con su única Iglesia a quien Jesús amó hasta dar su propia vida por ella (Efesios 5,25) debemos permanecer fieles, la fidelidad es una de las principales semillas de la santidad, del vivir para agradar a Dios. Fidelidad y Obediencia, Obediencia y Amor, Amor y Entrega, Entrega y Renuncia de sí mismo. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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