miércoles, 2 de diciembre de 2015

PERMANECER EN LA BARCA DE CRISTO





Pareciera, en estos tiempos difíciles para la fe cristiana, que nuestro credo, en sus doctrinas y dogmas, se está convirtiendo en franca minoría. Hoy quienes de alguna forma defienden ante abrumadoras mayorías y fuerzas del pensamiento las enseñanzas de Cristo, sobre todo en aspectos morales como el matrimonio y la vida, pareciera que luchan cada vez más solos.

Esta realidad me invitó a pensar y comparar el pasaje del evangelio que narra a un Jesús dormido en una barca en medio de la tormenta (Mateo  8, 23-27 / Marcos 4:35-41 ó Lucas 8, 22-25). Los ruidos del mundo y los ataques que golpean hoy a la Iglesia Católica y a sus enseñanzas como vientos huracanados,  tienen el franco deseo consciente o derivado de hundirla  o desdibujarla de lo que en esencia es. Esta lucha contra corriente, que en lo particular la he vivido inclusive en mi corta experiencia docente como profesor de religión, cansa, entristece y hasta nos puede llenar de frustración y rabia. Es tan poderosa la corriente del pensamiento contraria a la fe que uno puede llegar a sentirse solo, peleando solo, defendiendo a un Dios que pareciera dormir de indiferencia ante todo esto.

En el pasaje histórico del evangelio la actitud de los discípulos nos deja varias enseñanzas. A pesar de sus miedos no saltan del barco sino que buscan a Jesús. No colocan su confianza en el temor ni en la desesperanza. Su actitud no es derrotista sino de búsqueda. Y es ahí, en su tiempo, que a veces pareciera poner a prueba nuestra paciencia, que Jesús se levanta, calma el mar y al viento y todo vuelve a la normalidad. La barca no se hunde y todos, absolutamente todos los que estaban en esa barca con Jesús se salvan.

El evangelio no aclara si para ese momento había otras barcas en el mar padeciendo los mismos embates del mar, no nos aclara si alguna otra barca sí se habría hundido. Pero lo que sí queda claro es que solo de la barca de Cristo vino la calma, y esa calma benefició inclusive aquellos que no estaban con él, porque como el mismo señaló, “él hace brillar el Sol para justos y pecadores

La clave de toda esta historia es la permanencia y fidelidad. El no dejarnos arrastrar por corrientes de pensamiento tiránicas que abogando una falsa moral y falsos derechos pretenden, diabólicamente, sacar a Dios, al verdadero y único Dios, del pensar y el quehacer social. Permanezcamos fieles a la doctrina porque ese Cristo que pareciera dormir despertará y todos se preguntarán: “¿Quién es este que hasta los mares y los vientos le obedecen?”. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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