martes, 8 de diciembre de 2015

¿CUALQUIER MUJER PUDO SER LA MADRE DE JESÚS?




Con motivo a la importante fecha que celebramos hoy, 08 de diciembre esta vez del año 2015, le dedico estas líneas al único ser, después de Jesús, que logró triunfar durante toda su vida contra el principal enemigo de toda la humanidad: el pecado.

Algunos hermanos cristianos no católicos (y debo reconocer que dentro del gremio católico también los hay) no ven en María, la madre de Jesús, más que una mujer escogida, virgen, pero común, que fue escogida por nuestro Señor para engendrar al salvador del mundo. Fuera de eso, algunos no ven mérito en ello para que se le rinda lo que algunos ojos perciben como el exagerado culto que raya en lo idolátrico hacia la madre de Jesús.

Sin embargo, ¿por qué le Iglesia sostiene como un pilar de su fe a la figura de María, por quien ha proclamado inclusive cuatro dogmas importantes (madre de Dios, virginidad perpetua, asunción en cuerpo y alma a los cielos y la inmaculada concepción)? Sobre esto muchos padres de la Iglesia han hablado y discutido, porque si bien María no es el centro de nuestra fe y solo Cristo es camino de salvación, en María encontramos muchísimos ejemplos de vida cristiana en torno a la fidelidad, la obediencia, la pobreza y la castidad, es decir, podríamos afirmar que María la primera renuncia que hizo en su vida fue así misma, a su ego.

María fue pensada por Dios antes de su creación. Y es lógico que se crea y se afirme esto porque lo mismo le dijo a un profeta antiguo que no tendría la importancia que siglos después tendría esta mujer como misión. Fue al profeta Jeremías al que le dijo: “Antes de que te formaras en el vientre de tu madre te conocía y te consagré, algo que por cierto aplica para todos, pero que tiene mayor resonancia en estos personajes importantes de nuestra historia de salvación.

Algunos se han preguntado: ¿Si María hubiese dicho que no al ángel pudo haber sido otra mujer la madre de Dios? Mi respuesta no es doctrina ni dogma, es solo la opinión de un laico. Mi respuesta es NO. Porque la sola pregunta es contraria a la naturaleza de esta mujer. María fue pensada y creada para un SI, un sí libre, no coaccionado pero propio de su naturaleza santa. Por eso, esta mujer que le daría al salvador parte de su sangre, de sus genes, de su fenotipo y genotipo, tenía que tener, como norma primaria, una condición especial, única: ser inmaculada, es decir, no compartir el pecado original de nuestros primeros padres Adán y Eva. Ella debía ser, como le escuché una vez predicar al padre colombiana Nelson Medina, “el universo como Dios lo pensó”.

Su condición sin embargo se llena de virtud mayor cuando esta santa mujer, en su edad consciente y libre, decide consagrarse plenamente a Dios, inclusive antes de ser escogida la madre de Dios. Porque María, además de ser inmaculada, dudo haya en la historia humana creada ser más humilde que ella, y nótese que de Moisés se dice que era muy humilde. (Números 12,3). María tuvo que tener virtudes o dones como los que da el Espíritu Santo, en especial el Santo Temor de Dios, ese que nos invita a confiar en Dios aunque no entendamos, aunque no sepamos qué nos vendrá, aunque el camino sea incierto. Así ella recibe el anuncio del ángel y sin comprender el cómo y sin la lógica esperada, solo llega a decir: “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. Es ahí donde en María encontramos un modelo de cristiandad digno a imitar. ¿Su fe fue probada?, es lógico imaginar que sí, la anunciación fue una prueba y el viacrucis de su hijo también, y aunque “llevaba todas esas cosas en su corazón” jamás pecó, porque recordamos que las cuatro vías de acceso al pecado son: “pensamiento, palabra, obra y omisión” y mantener la centralidad del pensamiento en Dios es la única forma de lograr tan heroica virtud.

María no ha cesado en su anuncio de pedirnos, a los que la aceptamos como madre y a los que no, la conversión hacia su hijo. Las apariciones marianas reconocidas por la Iglesia Católica son fuente segura de doctrina, porque en ellas María jamás ha contradicho la doctrina ni el evangelio, jamás ha querido centrar la atención hacia ella y se convierte, a mi criterio, en la gran profeta de los tiempos presentes. María busca, como dice la canción: “Llevarnos de la mano a Jesús”.

María formó parte importante de la vida de Cristo, lo acompañó, y él nos la entregó. Si para Jesús fue importante María ¡cuánto más lo debe ser para el cristiano! Porque si en María no vemos a Cristo no reconoceremos lo que Dios Padre si vió en María, que fue la fidelidad perfecta y la santidad perfecta para entregar la nueva alianza, “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi


No hay comentarios.:

Publicar un comentario