viernes, 16 de enero de 2015

EL DEMONIO NOS CASTIGA POR PECAR




Recientemente escuché un programa por youtube llamado la “Clave de Balbín” (https://www.youtube.com/watch?v=vA3rLfsXbwQ) en donde  uno de los invitados (Carlos Alonso del Real: Catedrático de Prehistoria y Etnografía) dijo algo que me pareció interesantísimo sobre el demonio. Él afirmaba que el demonio cumple dos funciones, una de TENTARNOS para pecar; y la otra, PUNITIVA, castigándonos por pecar. Me pareció tan cierto que me permitió comprender el por qué se afirma que Dios no castiga.

La condenación eterna, real y creciente, es una AUTOEXCLUSIÒN al amor de Dios. Los condenados son personas que, aferradas a un pecado mueren alejadas de Dios, una distancia que impide implorar su perdón y aferrarnos a su misericordia.  Y Santa Faustina (la apóstol de la misericordia), en su visión mística del infierno, una de las cosas que afirma es que los condenados tienen la CONSTANTE presencia de Satanás junto a ellos.

El dueño y señor de infierno es Satanás. Quienes han tenido experiencias en posesiones con él saben que es el demonio más violento y lleno de odio que ahí existe. Su rechazo a Dios es exponencialmente superior al de todos los que conviven en este estado de maldad y miseria.  

Así es lógico pensar que un ser carente de amor y piedad, en vez de recibir en su reino a los  condenados como un héroe por enfrentarse a Dios y rechazarle, pues les torture en su impiedad y soberbia. Él administra el castigo de quienes se condenan y Dios lo permite porque somos libres.

El demonio es un mentiroso. Esa es su principal “virtud”, si la podemos llamar así. Y él promete cosas que aunque pudiera dárnosla, como placeres, poder, riqueza, no nos la daría porque su fin es  utilizar, engañar y torturar a los seres creados por Dios, no por él.

Así debemos concluir que mientras compartamos la gracia de la vida y logremos obtener méritos para salvarnos debemos procurar mantenernos aferrado a Dios y su amor. Así caminaremos, aún con nuestros defectos, a una eternidad de paz y amor. Dios los bendiga, nos vemos en la  oración.

Lic. Luis Tarrazzi   

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