Seguramente ya será una gran
riqueza lograr que lean estas líneas completas, eso ya lo dejaré en las manos
de Dios. Quien les escribe camina con ustedes en este mundo de imprecisiones,
de búsquedas, de sorpresas. Y todos, por vivir, tenemos momentos que nos hacen
buscar algo o alguien que nos de esperanza y consuelo, que nos prometa ayuda y
nos cumpla. Y es de mi descubrimiento que, si me lo permiten, les quiero
hablar.
Ustedes y yo compartimos la
certeza de que Dios existe, por lo tanto no le escribo con afecto a personas
ateas sino a creyentes. Hermanos sé que les han hablado de seres espirituales
que con sacrificios y ofrendas les asisten en la salud, la economía, la
prosperidad, son protección contra el mal, son padrinos de vida. Yo también
quiero hablarles de la persona que descubrí.
Mi Dios es uno, solo uno.
Ciertamente se habla de 3 personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) pero son un
solo Dios. Ya explicar esto es complicado pero un amigo me lo trató de explicar
así: “El huevo es UN alimento compuesto por tres elementos separables: La
clara, la yema y la cáscara. Juntas son un solo Dios pero tienen propiedades
diferentes, diferenciables”. Así es este Dios trino. Uno de sus apóstoles, el
que Jesús más amaba (Juan) lo definió con una sola palabra: AMOR (1Juan 4,8).
Este Dios que descubrí (luego les diré dónde y gracias a quién) es TODOPODEROSO,
ES OMNICIENTE (siempre nos escucha), es OMNIPRESENTE (está en todas partes), es
OMNIPOTENTE (Todo lo puede); así que lo primero que descubrí de él es que no
necesita ayuda para obrar. En él se consuma el poder, la gracia, el perdón.
Aquí mi primera confesión: fue en la iglesia católica que descubrí a este Dios
y uno de mis cuestionamientos iniciales era el por qué la Iglesia tenía SANTOS
(ustedes Orishas) si Dios no necesitaba ayudas. Y sí, en el cristianismo hay
una costumbre popular a pedirle milagros a santos, pero los santos no hacen
milagros, es Dios quien los hace y ellos median por nosotros. Como en el pasaje
de las bodas de Canán, donde se acaba el vino y María, la más santa criatura de
Dios, no hace el milagro sino que intercede ante su hijo (que es Dios) y este
por su mediación hizo su primer milagro.
Otro descubrimiento, no muy
motivacional, es que este Dios, el único Dios trino, no nos promete lo que
quizás la santería sí les promete a ustedes. Dios no nos promete protección,
salud, bienestar económico, carros, casa, poder…no, al contrario, las promesas
de Jesús siempre fueron vinculadas no a este mundo sino a la eternidad, donde
ustedes y yo pasaremos la mayor parte de nuestra existencia. Y es que siendo
justos, en la santería nadie te habla mucho del más allá. Es una creencia para
este mundo. Solo que recuerda, mi estimado hermano santero, que tú y yo no
somos seres de este mundo, solo estamos de pasada en él.
En mi fe hay milagros, milagros
de sanación y liberación. Y presumiblemente en la tuya también. Hay un padre
que escribió sobre “los milagros del demonio” en donde este hace presumibles
favores con un fin mayor, alejarnos de Dios y ganarse nuestra confianza (Eso lo
escribió el Padre Antonio Fortea en uno de sus libros sobre el demonio). Y es
aquí donde quisiera me permitieras la siguiente pregunta: ¿Qué son los Orishas? Si me lo permiten acá
mi interpretación:
Dios creó, según la Biblia, todo lo que conocemos del mundo natural,
animal, vegetal, humano y angelical. En el caso de los santos cristianos
católicos, todos, absolutamente todos, tienen biografía (fecha de nacimiento,
registro de vida y fecha de muerte). Los santos fueron hombres y mujeres como
tú y como yo. En el caso de la santería con los Orishas, no hay ninguno que
tenga Biografía. Nadie les puede confirmar quién fue Shangó, Elegua, Oshun,
Yemanyá, etc. Sin biografía resulta difícil establecer con ellos un vínculo con
la humanidad. Así que si no fueron humanos ¿qué son? Animales no porque aunque
existan culturas que veneren a los animales en el caso de la Santería hablamos
de seres con voluntad e inteligencia muy superior a la de un animal, vegetal o
forma de la naturaleza. Entonces quedan dos posibles opciones: los orishas son
ángeles o demonios, recordando que los demonios también son ángeles pero
caídos, que perdieron la gracia y el favor de Dios por su propia voluntad.
Cuando el ángel Gabriel se le apareció a Zacarías, el que fuera el
padre de Juan el Bautista, este le dijo a Zacarías en el templo: “Yo soy
Gabriel, el que está ante la presencia de Dios”; y es que esa es la función
principal de los ángeles: dar Gloria a Dios en la eternidad, servirle, hablar
de él, de la redención de Jesús. Un ángel jamás pedirá sacrificios para sí
mismo porque atentaría contra aquello que Jesús dijo: “Misericordia quiero y no
sacrificios” Un ángel solo hablará de Dios y su servicio girará en torno a él.
Pero solo un demonio te pediría lo que Dios jamás haría.
El sacerdote Rafael Troconis comenta una experiencia que tuvo en un
exorcismo en donde resulta muy importante conocer el nombre de la entidad que
ha poseído a la persona. Él cuenta que tras muchas oraciones la persona
exclamó: “Shango”. Los ángeles no poseen personas ni lastiman, los demonios sí.
Hermanos ahora me pregunto: ¿Tienen
certeza, pueden afirmar con total seguridad que los Orishas no son demonios?
No dudo que las razones que te
hayan llevado a creer y practicar la santería sean nobles. Quizás una
enfermedad, una situación económica difícil, quizás miedo a perder algo importante
o frustración por lo costosa que se ha puesto la vida. Pero hermanos, nuestro
señor Jesucristo, que se encarnó e hizo hombre por ti y por mí, para reabrirnos
las puertas del cielo y guardarnos “una habitación en la eternidad” lo que
quiere es que nos salvemos. Todo lo que logres, si logras algo, con la santería
desde el punto de vista material, quedará acá. Pero tu alma, en el instante en
el que dejes de respirar, irá al encuentro no de Shangó, ni de Eleguá, ni de
ningún Orishá, iremos al encuentro del único Dios trino y verdadero. Y todo tu
sufrimiento, todas tus privaciones, todos tus dolores y hambre de justicia
serán saciados en un mar de amor que no se seca. Hermano santero, que no sea
mis letras sino la gracia de Dios la que toque tu corazón y te haga romper
collares, pulseras y amuletos, y que tu alma se deje caer solo al amor de Dios,
busca a Dios en el sagrario Eucarístico, busca su perdón en la confesión
sacramental. Hazte parte del grupo de conversos que hoy dan testimonio del amor
de Dios porque estás a tiempo.
Hay toda una Iglesia para ti, con
sus errores y fallas humanas, pero con un tesoro incalculable en valor y
gracia, el tesoro del camino que conduce a la vida eterna. Dios te bendiga, nos
vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
28-01-2015
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