miércoles, 9 de marzo de 2016

LA IGLESIA NO ES DEMOCRÁTICA, LA DEMOCRACIA TAMPOCO





Si de algo no debemos presumir los seres humanos es de las cosas que ignoramos, por eso al afirmar lo que a continuación afirmaré no lo haré como una verdad absoluta sino como una realidad en mi entender perfectible.

Hasta donde yo sé en ningún país del siglo XXI se hace la siguiente consulta electoral: “¿En qué sistema político le gustaría vivir: a) Democracia; b) Dictadura o c) Monarquía?”. Esta pregunta no se hace por una simple razón, porque las elecciones se hacen en democracia y los dictadores o reyes no consultan a sus pueblos quién los debe gobernar. Así la democracia parte como una verdad sin discusión sobre la cual se montan los sistemas políticos y de gobierno.

Sin embargo, si la democracia fuese democrática ella en sí misma debería ser constantemente sometida a un sistema de elección popular, es decir: “¿Usted desea vivir en democracia, sí o no? Tomando como una verdad indiscutible (aunque sí considero perfectible) que la democracia debe ser el sistema político sobre el cual se monten las soberanías e instituciones públicas y privadas de un país uno se pregunta por qué hay personas que desean democratizar a la Iglesia y sus verdades doctrinales.

Si para la democracia el poder reside en el pueblo, para la Iglesia Católica el poder reside en Dios y como tal sus enseñanzas y principios traen un carácter innegociable y sólido, inclusive con mayor solidez que el paradigma que sostiene hoy a la democracia.

El absurdo de quienes sugieren la democratización de la Iglesia es paralelo al absurdo de quienes hoy propusieran, como yo lo sugiero en el inicio de este artículo, que la democracia, como sistema, sea sometida a votación, esto porque además comprobado está que los pueblos pueden elegir mal, equivocarse por  ignorancia, resentimiento, comodidad. Los pueblos son imperfectos, la visión de Dios que tiene la Iglesia es que es perfecto y sabio, todopoderoso, creador y respetuoso de nuestras libertades. Lo hermoso de las leyes de Dios es que siendo leyes necesarias para la salvación no son de cumplimiento forzado sino libre. La democracia se presenta como verdad y el incumplimiento de sus leyes puede ser penado, en algunos casos, con privativa de libertad o, en casos extremos, con la muerte.

La Iglesia no puede ser democrática porque su naturaleza centrada en Dios no da espacio a opciones, tendencias, opiniones ni modas. Dios se revela, se ofrece, invita escuchar su mensaje, amarle, serle fiel y anunciarle como Creador y a su hijo Jesús como el redentor del mundo. ¿Cómo se podrían someter a votación las  verdades de Dios?, Si la fe fuese un asunto de democracias creeríamos en cualquier dios diferente al Dios verdadero.

Ajustar a la Iglesia a los tiempos, al mundo, es desajustarla a su Creador y Fuente que es Dios mismo. La Iglesia está llamada a obedecer y serle fiel a Dios no al mundo, y el mundo libremente puede escuchar y aceptar el mensaje o rechazarlo, no cambiarlo. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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