En torno a la salvación de las
almas, interés primario de toda la existencia humana, hay dos palabras claves:
perfección y verdad. Dice la escritura que nada imperfecto entrará al cielo y
lo segundo es que nadie que no sea de la verdad escucha la voz de Jesús. Así
que, por favor, que no se entienda que busco desvirtuar la enseñanza de la
iglesia sino sincerarla en nuestros corazones.
El gran problema de las personas
que pasan largos tiempos sin la confesión es que, por no estar en constante
análisis de conciencia, pueden habituar pecados en sus vidas y al final centrar
el pecado, en este caso, solo en su condición irregular matrimonial, conocida como adulterio. Así reducen otros pecados como la mentira, la soberbia, el consentimiento de malos pensamientos, el robo, la deshonra a los padres, etc.
Pero voy más allá. El llamado a “vivir
como hermanos” en una relación entre parejas irregulares, con uno o ambos miembros divorciados, supera al acto en
sí. Nótese que uso la palabra SUPERA y no EXCLUYE. La abstinencia sexual es
fundamental, pero recordemos que Jesús dijo: “aquel que mira a la mujer de otro
con malos deseos ya comete adulterio en su corazón”. Quienes tienen mentes
sanas y tienen hermanas saben que les resulta impensable cualquier morbo o
deseo carnal sobre ella. Más bien nace una especie de instinto protector (tipo
padre e hija) hacia ella. Al igual que hacia la madre, ya que, aunque Freud haya
querido vendernos la tesis del “complejo de Edipo”, lo natural y normal es que
un hijo, en etapa consciente y madura de su vida, respete a su madre casi que
de forma sagrada.
Este sano pensamiento entre
hermanos naturales o relaciones filiales es muy difícil desarrollarlo entre
parejas civilmente constituidas. Porque en este caso, aunque se prive el acto,
el deseo queda amarrado como animal rabioso esperándose la licencia para poder
ejercerse (dado el caso de la espera de una nulidad matrimonial). Sobre la base
de ese deseo también se debe trabajar, arduamente, para que la recepción
Eucarística no sea solo un engaño al acto más el deseo sexual siga intacto en la
mente y corazón.
San Pablo sugería a los que se
estuvieran “quemando” que se casaran, referido al deseo. Esto habla de lo
difícil que es purificar este deseo cuando a quien deseamos trae una historia
de vida conyugal, rota en lo civil, pero activa en lo sacramental. Esto en los
noviazgos, sin matrimonios previos, es diferente. Porque no viven juntos, porque
pueden distraer sus mentes con otras cosas, evitar los momentos de soledad,
etc. Pero las parejas maduras, estables, con historia de divorcio, en una o
ambas partes, conlleva una labor y acompañamiento pastoral más arduo, más
honesto.
Por eso, insisto, la abstinencia
sexual es VITAL pero para hacerla más honesta y sincera a los ojos de Dios y de la Santa Eucaristía, también esta
abstinencia debe existir en la mente y en el corazón. Sino es un disfraz de
verdad.
La pregunta sería: ¿Son los
malos deseos del pensamiento pecados mortales?, pues para este caso en particular y
siguiendo las palabras de nuestro Señor Jesús, para mí, la respuesta sería sí.
Un momento de ira puede hacernos desear matar a una persona y no hacerlo,
podemos desear robar algo y no hacerlo, podemos vernos tentados a consultar un
horóscopo o idolatrar algo de la Nueva Era y no hacerlo, y seguramente ahí
hablaríamos de un pecado contenido, pero en el tema del deseo sexual, entre
matrimonios no legítimos a los ojos de Dios, el pensamiento y el acto van de la
mano y ambos deben ser entregados a Dios, con valentía, para que el sacrificio,
se espera temporal mientras salga la decisión del tribunal eclesiástico, tenga frutos de bendición y amor. No es fácil, pero es un camino honesto y
pienso teológicamente más correcto que solo hablar de “no tener sexo y ya”.
Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario