Los
argumentos que hoy se esgrimen para legalizar el aborto son estos:
- Madres muy jóvenes, lo cual violenta su posibilidad de crecimiento físico y profesional.
- Madres muy jóvenes, lo cual violenta su posibilidad de crecimiento físico y profesional.
- Riesgos de salud para la madre, donde su vida esté francamente en
peligro.
- Niños con malformaciones.
- Niños con malformaciones.
- Violaciones
Lo que
llama poderosamente la atención de esto es que muchas de estas razones habrían
hecho a Jesús un candidato al aborto. Jesús es engendrado en una joven María
que se estima no llegaba aún a los 15 años. Sumado a ello la vida de María, con
este embarazo, estaba potencialmente en peligro, más por un tema cultural que
de salud. En los tiempos de Jesús, que una mujer comprometida quedara embarazada,
con el atenuante de que el padre de la criatura no fuese el novio, era un caso
de adulterio que merecía el repudio de su esposo y la muerte por
lapidación. Y como tercer elemento,
aunque la causa no fuese una violación porque Jesús fue engendrado con la venia
de María, sí fue un embarazo no planificado por ella que aceptó cuando dijera
al ángel: “Hágase en mí según has dicho”
(Lucas 1,38).
La
secularización del mundo y su avasallante hambre por dinero y poder justifica
en parlamentarios, políticos, congresistas, presidentes, esa venda que trata de
hacer creer, como en el caso de la eutanasia, que el aborto no es un crimen,
que no es algo malo. El tema moral se minimiza para justificar lo que se piensa
sería un bien mayor, colmado de profundos intereses económicos a costa de vida
humana. Ejemplo claro y reciente de ello es escandaloso caso de la empresa mata
fetos llamada, irónicamente, Planned
Parenthood (planificación familiar).
Sorprende
mucho cuando católicos bautizados abrazan algunas de estas posturas porque esa
habla de la pobre e ineficaz labor catequética y pastoral que hoy se está
ejerciendo desde algunos espacios llamados a ejercerla.
Cristo
era candidato a ser abortado por los razonamientos del mundo pagano y secular,
pero gracias a la providencia y a la fidelidad de su madre esta opción jamás
pasó por su cabeza. María solo confió, a María no se le garantizó nada para
ella. Se le habló de lo grande que sería su hijo, pero sobre su propio destino
no se dijo nada. Más bien una profecía nada amigable emanó tiempo después de la
boca del profeta Simeón que le dijo: … “una
espada te atravesará el corazón” (Lucas 2,35).
La
confianza puesta en Dios, a ejemplo de María, no cuestiona, no se angustia por
lo que no puede comprender, solo acepta y asume el hermoso rol que una mujer
recibe cuando se le confía el don de la maternidad, una vida llamada a vivir y
a santificarse, a conocer a su creador y servirle.
Por eso
Dios jamás estará a favor del aborto, porque lo que Dios confía como vida, el
hombre no está llamado a destruirlo por desconfianza. El aborto es el crimen
más horrendo que una madre puede infringir sobre un ser indefenso, sobre su
propio hijo. Político serio, que llene sus labios de humanidad y defensa de
derechos a los más necesitados y vulnerables, no puede jamás tener en su agenda
un proyecto abortista. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.
Lic. Luis Tarrazzi
No hay comentarios.:
Publicar un comentario