viernes, 12 de diciembre de 2014

¿JUSTICIA O VENGANZA?





En estos días meditaba sobre la justicia, su concepto y finalidad, y elevaba mi pensamiento al nivel más alto y óptimo de justicia, la divina. Y lo hacía en torno a las personas que constante y sistemáticamente hacen el mal a los demás. Mutilan familias al privarlas, por el asesinato o el secuestro, de alguno de sus miembros, los corruptos, extorsionadores, pedófilos, ladrones, violadores, etc. Y pensé que cuando la mejor de las justicias, la de Dios, caiga sobre ellos, el o los agraviados, pueden sentirse en cierta forma vengados, unido a la frase: “se ha hecho justicia”.

¡Cuántas veces escuchamos que cuando un violador es golpeado a muerte por una comunidad se exclama eso!: ¡Se ha hecho justicia!, y así fue por muchos años la ley judía, desde Moisés y así concibe el Islam también su doctrina.

Pero, ¿es la justicia sinónimo de venganza?; la respuesta directa y tajante es NO. La justicia humana, en sus múltiples formas y maneras, puede rayar en límites con ese abstracto concepto de venganza, pero la divina, la de Dios, dista muchísimo de ella. La justicia busca en cierta forma castigar al infractor de un mal que hizo o ha cometido, busca también detenerlo para que no dañe a más personas, animales o bienes. La justicia de Dios sacia, y lo hace porque en las bienaventuranzas, una de ellas dice: “Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados”. Saciados podría entenderse como vengados, pero no, saciados es llenos de paz, y aquí es donde el perdón juega un papel vital.

Cuando uno confía en la justicia de Dios vive en paz aún padeciendo el peor y más amargo de los trances. Pero, yendo más allá, quienes rezan por sus agresores como Jesús oró por ellos en la cruz, esos se elevan a grados de santidad elevadísimos.

La justicia de Dios nos caerá a todos, porque como nos dice el apóstol Santiago, “habrá un JUICIO sin misericordia para quien no practicó la misericordia, pero la Misericordia triunfará sobre el juicio” ; es decir, quienes supieron ser misericordiosos esa misericordia les concederá un juicio de amor y perdón. Desearle a alguien el infierno (el peor de los castigos) es garantizarse un puesto ahí porque nosotros no somos, ni debemos aspirar serlo, administradores de la justicia divina. Debemos velar por el perdón y la conversión de todos. Es duro decirle esto a quienes les han asesinado, violado, secuestrado a hijos, esposas. A los que han sido víctimas de persecuciones y múltiples humillaciones. Pero quien conociera la bella eternidad que nos espera y la limpia que estará esa habitación creada para nosotros, jamás haría o sentiría otro deseo que no sea el amar sin medida. Así lo decía San Agustín: “La medida del amor es amar sin medida”.

No hay venganza en Dios. No hay venganza en la justicia de Dios. Cada quien rendirá cuentas por sus actos, por TODOS sus actos. Hasta los más inocuos, hasta los más superfluos. Y al final, y es bueno recordarlo, todos somos hijos de Dios. Dios los bendiga, nos vemos en la oración.

Lic. Luis Tarrazzi

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