Cualquier mensaje que una desee
transmitir en navidad debe iniciar con un GRACIAS, gracias dirigidas al ser que
nos permite estar vivos un año más para celebrarlo.
La navidad no es una fiesta
universal. Aunque su festividad si pretenda serlo la realidad es que todos los
que no creen en Cristo y en su natividad, todos los que no son cristianos en el
mundo seguramente celebren otra cosa, pero no la navidad. Así cada navidad,
sumado al hermoso recuerdo que nos da a los cristianos, es un desafío, un reto,
para expandir su mensaje y que sean más y más lo que se sumen a su significado
religioso, histórico y salvífico.
En torno a la navidad hay magia y
esto representa su mayor peligro. Cada año entre el consumismo, san Nicolás y
el espíritu de navidad, se ha ido arropando la festividad, dejando casi que
imperceptible al fundador de la fecha, el Mesías encarnado. La navidad tiene, a
mi modo de ver, dos fundamentos: la fe y la familia.
La fe porque de ella debe emanar
un mensaje de esperanza, de que el bien, aunque demore, siempre triunfará. La
fe nos invita a ser fieles, fieles hasta el final de nuestras vidas, con la
esperanza de conocer, de mirar a lo más bello y eterno que existe, el rostro de
Dios, gozar de su amor y paz.
La familia porque una navidad con
familias separadas, distantes y hasta molestas entre sí es una triste navidad,
vacía. Cada año que puedo contar y ver a mis padres, reunirme con ellos, así
sea solo para charlar, para mí es un tesoro. Deseo que mis padres vivan mucho,
muchísimo y que los pueda disfrutar año tras año. Pero sé que mi deseo para
otros es un imposible, imposible marcado por la muerte y la partida de seres
amados (padres, hijos). Otros que les privan de estar con sus seres amados
porque estar presos y si lo están injustamente el dolor es más agudo.
Así que sobre la navidad ¿qué
podríamos añadir, qué podríamos esperar, qué podríamos desear? La respuesta
pienso nos la da el propio Jesús cuando nos dijo: “Buscad primero el reino de
Dios y su justicia y él (Dios) les dará las demás cosas por añadidura”.
Sé que con desear salud y vida no
es garantía de que ocurra. Mi mayor deseo para cada persona que se tome el
tiempo y la molestia de leer estas líneas (algo que agradezco infinitamente) es
que su fe sea fuerte, que su amor a Dios crezca y que sus vidas se enrumben
hacia el ser mejores personas y más santas. Dios los bendiga, nos vemos en la
oración.
Lic. Luis Tarrazzi